En los últimos años, se ha observado un incremento en casos de esofagitis eosinofílica (EoE), conocida coloquialmente como “asma de esófago”, generando inquietud entre la comunidad médica e investigadora.
La EoE es una enfermedad causada por una reacción inmunitaria excesiva, caracterizada por la inflamación crónica del esófago, lo que conlleva a síntomas como dificultad para tragar, también conocida como disfagia. Al analizar exámenes endoscópicos, los pacientes muestran diversas anomalías en el esófago, como surcos, corrugaciones y placas blanquecinas.
Expertos señalan que, desde su identificación a fines de los años 80, la EoE era rara, pero estudios actuales sugieren que afecta aproximadamente a 63 de cada 100,000 personas, alcanzando el estatus de ‘enfermedad común’.
Diversas teorías buscan explicar el aumento de casos, incluyendo la hipótesis de la higiene, que sugiere que la limpieza moderna y la menor exposición a microorganismos en la niñez debilitan el sistema inmunitario, haciéndolo más propenso a alteraciones. Otros factores incluyen daño prolongado a las células del esófago debido a dietas modernas y químicos comunes.
Los factores de riesgo conocidos hasta el momento incluyen ser del sexo masculino, tener alergias, y contar con antecedentes familiares de EoE.
Ante síntomas como dificultad para tragar, vómitos, dolor abdominal, dolor de pecho y reflujo, se aconseja buscar asesoramiento médico. El tratamiento de la EoE puede incluir cambios en la dieta y el estilo de vida, así como medicamentos como esteroides, supresores de ácido y anticuerpos. No obstante, se destaca la importancia de consultar con un especialista para un diagnóstico preciso y evitar la automedicación.