Los videojuegos no provocan violencia: indican estudios

Cuando un joven comete un hecho violento, sea tiroteo escolar o asalto, las autoridades y la gente se pregunta qué tanto tuvieron que ver los videojuegos. ¿Realmente influye en su conducta jugar títulos de disparos en primera persona, de guerra o de simulación?

Los estudios tienen respuestas mixtas al respecto, algunos con metodologías superficiales, aproximaciones reducidas, sin contexto de otros factores que pudieran impactar en los resultados o directamente con sesgos de los investigadores.

Científicos del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford realizaron un estudio en 2019 para determinar cuál es la relación entre el consumo de videojuegos violentos y los comportamientos agresivos en jóvenes. Los resultados demostraron que no están unidos causalmente.

“A pesar del interés en el tema por parte de los padres y los responsables políticos, la investigación no ha demostrado que haya motivo de preocupación”, declaró Andrew Przybylski, director de investigación.

Lo mismo apunta Whitney DeCamp, profesor asociado de sociología de la Universidad del Oeste de Michigan. Asegura que la relación entre ambos es casi insignificante y se debería abordar este objeto de estudio con un lente más amplio, considerando la propensión de los jugadores a la violencia.

Feggy Ostrosky Shejet, profesora de la Facultad de Psicología y doctora en Biomedicina por la UNAM, comparte esta opinión. “Se sabe que la gente con tendencias hostiles y agresivas, tiende a escoger los más agresivos y violentos que aquellos sin estas tendencias. Alimentan sus rasgos de personalidad”, declaró.

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También hay posturas a favor de su uso, pues podrían ayudar a los adolescentes en entornos difíciles. “Básicamente, al mantener a los varones jóvenes ocupados con cosas que les gustan (como hacer deporte, coleccionar estampas o jugar videojuegos de disparos en primera persona), los mantienes lejos de las calles y los problemas”, opinó Christopher Ferguson, co-presidente del Departamento de Psicología de la Universidad de Stetson.

Sin embargo, su consumo sí podría ser un problema cuando se vuelve una adicción. Como ocurre con las drogas, alimentos procesados o el azúcar, esta actividad libera dopamina en el cerebro. La recompensa química podría provocar que algunos jugadores dejen de hacer sus actividades esenciales. Allí se volvería nocivo, explicó Ostrosky Shejet.

La Asociación Americana de Psicología (APA) y la Academia Estadounidense de Pediatría han mantenido una postura contra la violencia en los videojuegos. Aseguran que sí existe una relación entre ambos capaz de ser un factor de riesgo para comportamientos agresivos. Además de disminuir la empatía y compromiso moral.

Aunque el tema sigue en discusión, pues todavía no se ha estudiado con suficiente profundidad los efectos a largo plazo, los padres necesitan vigilar el contenido que consumen sus hijos y revisar las clasificaciones de oficiales de los juegos. Los niños no deberán tener acceso a material T (adolescentes de 13 años o más), M (para mayores de 17 años) o AO (solo para adultos).

Con información de Vanguardia