La adoración a los malos o cuando la realidad del narcotráfico supera a la ficción de Netflix

“El caos se apoderó de Culiacán tras la detención y posterior liberación de un hijo de El Chapo”, desplegaba un titular de un diario en Madrid, a unos 9.200 kilómetros de donde ocurrieron los hechos.

Ciudad de México.- El líder del temido Cartel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo, sigue dando guerra, aunque en el 2017 fue extraditado a Estados Unidos y desde hace tres meses cumple una condena de cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad por narcotráfico.

Los últimos capítulos de la saga de El Chapo son tan inverosímiles que parecen sacados de una película de ficción y no de los noticieros que la semana pasada mostraron cómo sus hombres aterrorizaron durante varias horas a Culiacán, una ciudad de 700 mil habitantes.

Y es que el jueves 17 de octubre de 2019 ocurrió lo impensableescuadrones de narcotraficantes combatieron contra un batallón del ejército mexicano en plena vía pública hasta lograr la liberación de Ovidio Guzmán López, uno de los herederos del imperio criminal. El cartel de Sinaloa descargó su poder de fuego pero también actuó de manera estratégica hasta lograr su objetivo y confirmar, por si quedaba alguna duda, que ellos están por encima de la ley.

Al preguntar sobre los eventos de la semana pasada en la capital española, algunos recuerdan los escapes espectaculares del Chapo o su vinculación con artistas como Kate del Castillo y Sean Penn. “¿El Chapo no fue el que se escapó por un túnel larguísimo, pasó años a la fuga y después hasta salió en la revista Rolling Stone?”, preguntó la madrileña Piedad Montero.

Otros no tienen registro mental del verdadero capo, sino del actor Marco de la O comandando una de las tantas acciones armadas dramatizadas en la serie “Chapo”, que fue producida por Univisión y posteriormente adquirida por Netflix.

lncluso el diario The New York Times comparó los acontecimientos de Culiacán con la exagerada historia de un guionista entusiasta que quisiera forzar los límites de la credibilidad.

“Nadie hubiera podido imaginar eso en un programa malo de Netflix. Esa combinación de capturar al tipo y luego liberarlo. Eso es nuevo”, dijo el analista de seguridad Alejandro Hope al diario.

La adoración a los malos

Las representaciones cinematográficas de los delincuentes no es cosa nueva, explicó Gonzalo Jiménez, comunicador especializado cultura pop, cine y televisión.

“Con el crac de la Bolsa de Nueva York, en 1929, se inició lo que se llamó la Gran Depresión. Fue una crisis económica de proporciones nunca vistas en Estados Unidos. Dos estudios se libraron de la bancarrota por el tipo de cine que popularizaron: Universal Pictures, con las películas de horror; y Warner Bros. Pictures con el cine de gángsters”, comentó.

El interés que generaron las películas inspiradas en jefes de la mafia fue inmediata y sus personificaciones catapultaron al estrellato a figuras como James Cagney y George Raft. “Y en la vida real, los ladrones de bancos adquirieron la imagen de justicieros, que burlaban la ley, en una época en la que los bancos arrebataban las granjas a los campesinos. John Dillinger, Bonnie y Clyde, Al Capone. Todos adquirieron una imagen romántica en una era en la que la prohibición de venta del alcohol propició la corrupción policial y el rompimiento de la ley”, dijo Jiménez.

Con información de Yahoo Noticias.