Liberación de “Don Neto”: reaparece el vínculo entre el narcotráfico y figuras del espectáculo, incluida la familia Aguilar

Foto: El Imparcial

Ciudad de México, 10 de abril — La reciente liberación del exlíder del narcotráfico Ernesto Fonseca Carrillo, mejor conocido como “Don Neto”, vuelve a poner bajo la lupa las relaciones entre personajes del crimen organizado y figuras del espectáculo mexicano, entre ellas integrantes de la reconocida familia Aguilar.

Fonseca Carrillo, de 94 años, abandonó el arresto domiciliario el pasado 5 de abril, luego de haber cumplido una condena de cuatro décadas por su participación en el secuestro y asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena, en 1985. Desde 2017, cumplía su sentencia en casa debido a su deteriorado estado de salud.

Aunque su historial criminal es ampliamente conocido, el interés público se ha reactivado por los detalles documentados en el libro Emma y las otras señoras del narco, de la periodista Anabel Hernández, que describe cómo el capo estableció lazos con mujeres del medio artístico, en un contexto en el que el poder del narcotráfico buscaba proyectarse más allá del ámbito delictivo.

Una de las personas mencionadas en ese libro es Marcela Rubiales, hermana del cantante Pepe Aguilar e hija de Flor Silvestre, lo que la convierte en tía de Ángela Aguilar. Según testimonios recogidos por Hernández, Rubiales fue una de las mujeres llevadas por el entorno del capo a una fiesta privada celebrada en un hotel de Guadalajara.

El exescolta Jorge Godoy, citado en la obra, relató que Rubiales llegó al evento en avión, acompañada por la cantante Zoyla Flor, y ambas fueron conducidas directamente a la suite donde se encontraba Fonseca Carrillo:
“Bien vestidas, perfumadas, elegantes, guapas… pasaron según sin voltear a ver a nadie; nosotros tampoco de andarlas volteando a ver porque también te daban pa’bajo”, narró. Agregó que las dos mujeres abandonaron la reunión “muy contentas, con la sonrisa plena y enjoyadas”.

Aunque no se detalla la naturaleza precisa de la relación entre Rubiales y el narcotraficante, los testimonios la ubican en un entorno donde figuras del espectáculo eran invitadas de honor en celebraciones organizadas por líderes del crimen.

Según el libro, la intención detrás de estas relaciones era consolidar una imagen de estatus e influencia. Una fuente citada por Hernández explica:
“Cuando terminas de comprar todo lo material, comienzas a comprar personas”.

Otros nombres del medio también aparecen en el relato, como el de Lucha Villa, quien según Godoy fue recibida en una propiedad de “Don Neto” y, tras un breve encuentro, partió luciendo valiosas esmeraldas:
“Unas esmeraldas gigantes color verde, con anillos y esclavas a juego”, describió.

Pese a su liberación en territorio mexicano, Fonseca Carrillo continúa siendo buscado por la DEA, organismo que lo mantiene en su lista de fugitivos por el crimen de su agente.

El caso no solo remite a uno de los episodios más oscuros de la historia del narcotráfico en México, sino que también revela cómo ese poder llegó a extenderse a círculos sociales y culturales, dejando un legado de relaciones que aún genera controversia décadas después.

Con información de El Imparcial