
Cuauhtémoc Estrada Sotelo, diputado de Morena, ha decidido jugar el papel de justiciero de los trabajadores municipales de Camargo. Con gran dramatismo, denuncia el despido de 116 empleados y lo califica como un artero golpe contra el sindicato. Claro, porque en la política no existen reestructuraciones ni ajustes presupuestarios, solo maquiavélicos planes para destruir derechos laborales. Mientras tanto, el alcalde Jorge Aldana Aguilar opta por el clásico silencio estratégico: si no hablo, tal vez se olviden del asunto.
Pero el espectáculo no termina ahí. Estrada Sotelo también arremete contra la privatización del servicio de recolección de basura, asegurando que los costos se dispararon en un escandaloso 240%. Una cifra que, sin duda, suena impactante, aunque curiosamente nadie explica por qué antes el servicio costaba menos y cómo es que ahora se gasta casi el triple. ¿Ineficiencia, corrupción o simplemente una calculadora defectuosa? Eso sí, el diputado exige una investigación profunda, porque no hay nada que le guste más a un político que pedir auditorías cuando no está en el poder.
Lo irónico de todo esto es que los ciudadanos siguen esperando respuestas concretas mientras los políticos intercambian acusaciones. El alcalde calla, el diputado grita y, al final del día, la basura sigue acumulándose y los trabajadores despedidos siguen sin empleo.
El legado de caos de Óscar Ibáñez
Mientras tanto, en Ciudad Juárez, el misterio del premio a Óscar Ibáñez sigue sin resolverse. ¿Cómo es que, después del desastre que dejó, todavía lo siguen tratando con guantes de seda? Nada más en el Parque Central le dejó a Morena una mina de oro para golpear a Maru Campos, y aun así, ahí sigue, bien acomodado.
Ahora, los rumores están al rojo vivo: se dice que el plan es desaparecer el Parque Central para convertirlo en un Centro de Convenciones, algo que beneficiaría a ciertos empresarios fronterizos. Aunque la idea suena más a conspiración que a plan real, lo cierto es que Ibáñez bien pudo haber plantado la duda para echarle más leña al fuego y meterle zancadilla a la gobernadora.
Y, como si esto no fuera suficiente, trajo como coordinador del parque a David Rocha, un personaje que carga con investigaciones por desvíos en el zoológico de Guanajuato. ¿Será que Ibáñez está operando para alguien más, o simplemente disfruta del caos que deja a su paso?
Relaciones públicas o relaciones tóxicas
En Palacio de Gobierno, hay una oficina donde el drama es el pan de cada día: Relaciones Públicas. Y la protagonista de la telenovela es Ana Cristina Anaya, la jefa de la dependencia, quien ha logrado que su equipo tenga la mayor rotación de personal en todo el gobierno.
Su temperamento explosivo y su capacidad de hacer enemigos en tiempo récord han convertido su área en una especie de zona de guerra. Empleados van y vienen, algunos renuncian, otros son despedidos por capricho, pero lo que es un hecho es que nadie le aguanta el paso.
Y si esto fuera poco, la cocina del Palacio de Gobierno ha terminado convirtiéndose en su restaurante privado. A cada rato lleva a sus familiares a comer, exigiendo platillos dietéticos y antojos gourmet, como si el personal de cocina estuviera ahí para satisfacer sus caprichos.
El misterio sigue siendo quién la protege, porque en los pasillos del Palacio no pierde la oportunidad de presumir su amistad con Maru Campos. ¿Será que esa cercanía la hace intocable? Lo que es seguro es que, por ahora, sigue disfrutando de su reino… aunque a costa del resto.