
Cuando la corrupción es moneda de cambio
La exalcaldesa de Nuevo Casas Grandes, Cynthia Marina Ceballos, ya está en libertad. No porque se haya demostrado su inocencia, claro, sino porque decidió jugar el juego de siempre: entregar a otros para salvarse. Exactamente como se predijo en este espacio, la exfuncionaria optó por cooperar con la Fiscalía Anticorrupción, señalando a otros exservidores públicos con tal de salir del Cereso femenil.
Y, como si fuera una escena de película barata, en cuanto dijo “coopero”, el Ballo Valenzuela no perdió un segundo en sacarla de la cárcel y llevarla con todas las comodidades a las oficinas de la FACH. Un trato digno de estrella de cine para alguien que, hasta hace poco, estaba en la mira por irregularidades en su administración.
Ahora la pregunta no es qué pasará con ella, sino con los que la acusaron. La entonces síndica Venus Olmos y otros regidores que señalaron sus malos manejos seguramente ya están viendo boletos de salida de Nuevo Casas Grandes, porque si algo es seguro es que la recién liberada no piensa quedarse callada. Y, con los amigos que se carga, eso no es precisamente una buena noticia.
Cuando el “presupuesto participativo” no tiene participación
El Municipio hizo todo lo posible por inflar la importancia de la votación del Presupuesto Participativo. Carteles, redes sociales, anuncios… si la gente no se enteró fue porque no quiso. Pero ni con toda la promoción lograron aumentar la asistencia a las urnas. De hecho, lograron lo contrario.
En 2023, 86 mil chihuahuenses participaron en la elección de proyectos. Este año, solo 84 mil. Más publicidad, menos votos. Un fenómeno digno de análisis. Claro, los culpables ya están identificados: Morena. Según fuentes del propio Municipio, el partido operó activamente para boicotear el ejercicio, desincentivando la participación.
Si la gente no se molestó en salir a votar por proyectos que les beneficiarían directamente, ¿qué se puede esperar para el 1 de junio? La apatía está instalada y el escenario es ideal para quienes prefieren elecciones con baja participación. Exactamente lo que el régimen guinda necesita para seguir acomodando sus piezas.
Narcomúsica: el mejor negocio en la ciudad
Una vez más, la historia se repite. Los organizadores de conciertos de “música regional” (o más bien, apología del narco con guitarra y acordeón) volvieron a burlarse de las autoridades. Esta vez, con La Parranda Tour, que reunió a exponentes del género como Virlán García, Alta Consigna y Perdidos de Sinaloa.
Desde el anuncio del evento, era evidente de qué iba la cosa. Un repertorio cargado de letras que glorifican la violencia, el dinero fácil y la vida criminal. Pero eso no importó. Al final, los promotores pagaron su ridícula multa de 705 mil pesos—una cifra que para ellos es lo que para el ciudadano promedio cuesta una comida en el Oxxo—y siguieron con su lucrativo negocio.
Las entradas, con precios de hasta 2 mil pesos, se agotaron en cuestión de horas. Millones de pesos recaudados en dos días, mientras el gobierno local se conforma con su simbólica multa. Un negocio redondo: dinero para los seudoartistas, para los organizadores y, por supuesto, para las autoridades que no parecen tener problema en cerrar los ojos siempre que haya un pago de por medio.
Y así, con un sistema donde la impunidad se compra, la participación ciudadana se desmorona y la narcoindustria sigue floreciendo, Chihuahua sigue su camino predecible. Como siempre.