
Moscú – El gobierno ruso ha rechazado la propuesta del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de implementar un alto el fuego inmediato en Ucrania. Sin embargo, Moscú ha expresado su disposición a trabajar en un acuerdo de paz que contemple garantías de seguridad tanto para Rusia como para sus países vecinos.
“Un alto el fuego es un camino a ninguna parte”, afirmó Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, durante una conferencia de prensa en línea. Según Lavrov, esta medida solo permitiría a Ucrania fortalecer su capacidad militar, algo que Moscú considera inaceptable. En cambio, Rusia propone acuerdos jurídicamente vinculantes que protejan sus intereses estratégicos en la región.
El conflicto, que se ha prolongado por casi tres años, mantiene a Ucrania en una posición defensiva mientras las fuerzas rusas logran avances territoriales. En este contexto, se especula que Trump podría permitir a Vladimir Putin retener el control de áreas ocupadas, que representan cerca del 20 % del territorio ucraniano. Por su parte, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha mostrado una postura más flexible al sugerir que su gobierno podría recurrir a la diplomacia para recuperar los territorios perdidos.
Entre las demandas de Rusia se encuentran la renuncia de Ucrania a ingresar en la OTAN y la imposición de límites estrictos al tamaño de su ejército, condiciones que Kiev ha rechazado categóricamente.
Por otro lado, Lavrov destacó la importancia de reactivar el diálogo entre Estados Unidos y Rusia, suspendido por Washington tras el inicio de la campaña militar rusa en Ucrania. “Los estadounidenses rompieron el diálogo, por ello tienen que dar el primer paso ellos”, afirmó Lavrov en una entrevista con medios internacionales.
El jefe de la diplomacia rusa también señaló que su país observa con interés las señales emitidas por el equipo de Trump respecto a un posible acercamiento. “Si estas intenciones son serias, Moscú se hará eco de ellas”, aseguró Lavrov, al tiempo que subrayó la necesidad de esperar a que la nueva administración estadounidense defina su política hacia Rusia.
Con la investidura de Trump programada para el 20 de enero, el panorama diplomático entre ambas potencias aún es incierto, pero Moscú parece dispuesto a negociar siempre que sus intereses estratégicos sean reconocidos.