En el marco de la guerra en Ucrania, los últimos días han estado marcados por un aumento en la actividad militar de ambas partes. Según el Ministerio de Defensa ruso, las fuerzas ucranianas llevaron a cabo dos ataques con misiles de largo alcance en la región de Kursk, empleando armamento suministrado por sus aliados occidentales.
En respuesta, Rusia desplegó por primera vez su misil balístico Oréshnik, diseñado para alcance intermedio y con capacidad nuclear.
Ataques en territorio ruso: una nueva fase en la guerra
Ucrania ha recibido autorización para utilizar misiles ATACMS y Storm Shadow en territorio ruso, un paso que representa un cambio en el apoyo occidental. Sin embargo, expertos señalan que estos ataques aún no han alterado significativamente la dinámica en el frente de batalla. Serguí Grabski, coronel retirado del ejército ucraniano, afirmó que los efectos de estos misiles dependerán de la cantidad y frecuencia con la que sean utilizados, destacando que unos pocos ataques aislados no cambiarán la situación actual.
Por su parte, el analista militar Oleksandr Kovalenko detalló las capacidades de las distintas variantes de los ATACMS entregados a Ucrania. Algunos modelos tienen un alcance de hasta 300 kilómetros, con la posibilidad de atacar infraestructuras fortificadas, mientras que otros son más efectivos contra concentraciones de personal y equipo militar.
La respuesta rusa y su impacto estratégico
En respuesta a estos ataques, el presidente ruso Vladímir Putin ordenó el uso del misil Oréshnik. Aunque esta arma cuenta con capacidades avanzadas, Grabski considera que su despliegue tiene un carácter más simbólico que práctico, destinado a demostrar fuerza en lugar de marcar un cambio real en el conflicto.
A pesar de las amenazas de Rusia, tanto Estados Unidos como la OTAN han reafirmado su compromiso de apoyar a Ucrania, asegurando que las intimidaciones no influirán en sus decisiones.
Una guerra condicionada por el armamento
El intercambio de ataques y el uso de tecnología avanzada destacan cómo el desarrollo armamentístico está moldeando la guerra. Mientras Ucrania busca maximizar el impacto de los misiles occidentales para equilibrar fuerzas, Rusia recurre a nuevas armas para proyectar poder. Sin embargo, analistas coinciden en que el resultado dependerá de factores como la cantidad de recursos disponibles, la logística y la capacidad de sostener operaciones a largo plazo.
En este escenario, la guerra continúa evolucionando, con cada bando ajustando sus estrategias a medida que la comunidad internacional observa atentamente. La cuestión central sigue siendo si estos avances tecnológicos podrán inclinar la balanza en un conflicto que ha transformado el panorama geopolítico global.