Consolidar en México un federalismo que “no fusione ni divida”, sino demuestre capacidades de gobiernos locales: Cámara de Diputados

El pluralismo que ha cobrado carta en México no tiene reversión, hace que la representación política sea de más calidad y fuerza a la construcción de acuerdos, “lo cual es un reto y una oportunidad para hacer política en forma correcta”, afirmó el diputado César Camacho (PRI).

Durante el foro “Federalism y Decentralization in the C21: issues, trends and challenges”, organizado por el Centro de Estudios de Derecho e Investigaciones Parlamentarias, la UNAM y el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Máxima Casa de Estudios, entre otras instituciones académicas extranjeras, expresó que “el pluralismo llegó para quedarse y hace que el signo de los tiempos sea la redistribución del poder”.

La diversidad política dio paso a un Poder Ejecutivo fuerte, “otrora hegemónico y poderosísimo”, robusteció al Poder Judicial y, desde hace 20 años al Legislativo, donde ningún partido tiene mayoría; sin embargo, tramitó en las últimas dos décadas la mitad de las reformas constitucionales que se hicieron en 100 años, y la mitad de ellas se construyó en los últimos cuatro años.

Todo ello generó un clima de redistribución del poder que fortaleció a ambas Cámaras del Congreso, pero “con todo y que son importantes, me parece que pueden serlo más”, enfatizó el legislador.

Consideró que “hay posibilidad real de entendernos, con sentido de responsabilidad, con generosidad y, no exagero, con patriotismo, para no ver al corto plazo y no darle paso a la miopía”.

Al participar en el Panel I, “Why federalism and decentralization”, César Camacho sostuvo que México debe consolidar un federalismo que no fusione ni divida, sino que articule y demuestre que los estados y municipios son capaces de desarrollar con éxito las tareas que la Constitución les otorga en beneficio de la ciudadanía.

Señaló que hay un valor con el que no se puede transigir: la rendición de cuentas y la transparencia, que imprimen calidad al ejercicio del poder.

Agregó que la posibilidad de allegarse más recursos, es una involuntaria fuente de ejercicios de corrupción, por lo que es necesario robustecer a las instituciones que velan por la transparencia y la rendición de cuentas.

“No es quitando facultades a los estados ni dando menos recursos como esto se arregla, sino generando un sistema de confianza, no de ingenuidad, que parta de la base de creer en el poder local, y es más fácil que los ciudadanos estén pendientes del poder local que del federal, por la inmediatez en su ejercicio”.

Se pronunció por impulsar el federalismo, el gobierno local, aumentar el protagonismo del ciudadano y fortalecer jurídicamente los mecanismos de participación social, “dando elementos productivos para que el crédito en lo local sea creciente”.

El coordinador parlamentario del PRI precisó que el poder federal se ha descentralizado y comparte responsabilidades con los gobiernos estatales y municipales, y con una institución que México ha asumido de manera importante: los organismos constitucionales autónomos.

Reconoció que se han multiplicado los entes políticos tomadores de decisiones, como el Banco de México, el Instituto Nacional Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, entre otros, que no siendo privativos de la descentralización, son saludables para el buen gobierno.

Otras expresiones de descentralización y distribución del poder son las asociaciones de entes públicos que comparten intereses y cuya fuerza no radica en su naturaleza jurídica, sino en el mensaje que dan.

También, el aumento de la transferencia de recursos a estados y municipios, y la mayor fortaleza financiera de las entidades. “En 2005, 92 por ciento de los ingresos estatales provenía de transferencias federales; en 2015, 82 por ciento. Reconoció el esfuerzo de gobiernos locales, pero consideró que “es insuficiente”.

La descentralización también ha sido financiera, sostuvo, pues en 2016, por cada peso del gasto del sector público, más de la mitad lo ejercieron los gobiernos estatales y municipales y el PEF 2017 aumentó las aportaciones de las participaciones 1.6 billones de pesos; “es decir, 34 por ciento del presupuesto lo constituyeron aportaciones y participaciones y hubo un aumento, en términos reales, del 5.3 por ciento”.

Sin embargo, apuntó, el que haya más recursos para estados y municipios, los hace más dependientes, porque no es producto de aplicación de leyes, sino de voluntades políticas. “Me gustaría ver un esfuerzo superior de estados y municipios para que los recursos que ejercen no sean, en tal medida, de la Federación, porque los ata, y aquí y en China, ‘el que paga manda’”.

Planteó solidificar un “federalismo a la mexicana”, no aspirar a que el constitucionalismo local sea copiado, sino que tenga márgenes de maniobra, fortalezca a ayuntamientos y posibilite la organización y funcionamiento de un Poder Judicial local.

En lo hacendario, dijo, este modelo federalista debe aumentar la capacidad recaudatoria, mediante un mayor esfuerzo que asuman los municipios.

Además, las facultades exclusivas de cada orden de gobierno deberán precisarse para que sea asimétrico y aspire a la igualdad; sea subsidiario y confíe en la capacidad de gobiernos locales para responder a las demandas sociales. También solidario, paras que compense a quien lo necesite, y cooperativo, en el que estados, gobierno federal y municipios, sean igualmente responsables del desarrollo.